VIAJE NOCTURNO
Había entrado en el
metro casi en el momento de cerrar, el andén de su vía estaba vacío y en el de
enfrente, un hombre con un sombrero negro la miraba intensamente. Ella sintió
un escalofrío al sentir su mirada y se alegró de que aquel individuo no la
acompañara en su viaje. El tren inició su entrada en la estación y aquello le
hizo olvidar a aquel personaje.
Cuando entró en el
vagón no había nadie, ni siquiera en el vagón siguiente y volvió a sentir un
escalofrío. ¡Deja de pensar tonterías! —, pensaba mientras se sentaba, porque
no había nada que temer, no había nada ni nadie que pudiera hacerle daño. Así
que, abrió su bolso y se colocó los cascos de su MP3 para que la música no le
hiciera pensar o imaginar, sólo eran tres estaciones y ya estaba llegando a la
primera, quizá subiera algún pasajero. Pero no subió nadie, el andén estaba
vacío y el tren inició la marcha de nuevo.
Se miró en el cristal frente a su asiento, se
colocó ese mechón rebelde y sacó el gloss para pintar sus labios mientras
canturreaba la canción que sonaba en sus oídos. Y de pronto, sin saber cómo, la
pequeña ventana se abrió de golpe con un sonido tan grande que le hizo dar un
respingo. Se levantó y cerró la ventana. Volvió a sentarse para tranquilizarse
mientras miraba la ventanilla y justo entonces apareció la imagen del señor que
había dejado en el andén. Se levantó asustada, pero la imagen desapareció.
¡Deja de fantasear!,
ahí no puede haber nadie – se decía a sí misma. Y volvió a sentarse, pero esta
vez no conseguía que su corazón se calmara, a pesar de que su mente no dejaba
de decir que todo eran imaginaciones por miedo.
Llegó a la segunda estación, un hombre con
sombrero negro entró en el vagón siguiente al suyo, se quedó tan tensa que fue
incapaz de bajarse del suyo, las puertas se cerraron y el tren inició su
marcha.
No podía dejar de mirar a aquel hombre, tan
parecido al que dejó en el andén y al que creyó ver en la ventana. El hombre se
acercó a su vagón y miró por la ventana de la puerta. Cruzaron las miradas y
ella sintió que su corazón no era capaz de caber en su pecho, la respiración se
aceleró y el vello se le erizó.
Aquel hombre intentó abrir la puerta y ella se
levantó inquieta y nerviosa, deseando que la estación llegara antes de que aquel
hombre entrara en su vagón. Se alejó lo más que pudo llegando al final de su
vagón. El tren inició la entrada en la estación al tiempo que el hombre entró
en su vagón. Se acercaba con paso rápido a ella. El tren parecía que no
terminaba de pararse, y los pasos de aquel individuo eran más rápidos cada vez.
Cuando el tren por fin abrió las puertas ella salió corriendo y cuando miró
atrás, no había nadie.
Qué inquietante, Beth, te quedas como encogida al terminar de leer.
ResponderEliminarEnhorabuena, preciosa, un abrazo muy grande.
Vichoff que alegría verte por aquí, muchas gracias. MUakssssss
ResponderEliminar