miércoles, 13 de junio de 2012

MUJERES!!!


 ¡MUJERES!    

       Carla se encontraba de pie en medio del salón, la luz que entraba desde la ventana iluminaba su camisa haciéndola parecer aún más blanca. Su mirada se dirigía a la mesa del ordenador, éste se encontraba cerrado, esperando su apertura, pero a ella sólo consiguió torcerle el gesto. Se había levantado contenta, una idea apareció la noche anterior, y no dejaba de rondarle la cabeza, pero aún no tenía muy claro la manera de desarrollarla. 
    Salió del salón en dirección al jardín, el día era radiante, la temperatura excelente y el aire traía una mezcla de flores típica de la primavera en pleno campo. Esperaba encontrar a su vecino Marcos, pero mirando por encima de las adelfas no parecía que se hubiera despertado. Las persianas seguían bajadas a pesar de ser más de las once de la mañana. Esto en Marcos era bastante frecuente, le gustaba más la noche que el día.  Se sentó en la hamaca, cerca de la piscina, y mientras esperaba que despertara su vecino siguió pensando en la idea que la rondaba.
   Al cabo de diez minutos, el calor del sol y ese continuo bullicio en su cabeza la sucumbieron en un dulce sueño. Marcos apareció de repente, estuvo a punto de mandarle hacer puñetas, pero el deseo de estar con él era más fuerte que el sueño.
  Marcos era moreno, alto y delgado con un bigote tipo Clark Gable, pasado de moda, pero que no le sentaba muy mal. Sus dientes blancos inmaculados, sus labios finos (por ello el bigote), unas gafas redondas ocultaban unos bellos ojos verdes y un peinado de niño de colegio con la raya a un lado.
 Carla había intentado cambiar su aspecto en mil ocasiones diferentes, deseaba cortarle el pelo y ponerlo de punta con gomina, afeitar su bigote y buscarle unas  gafas que resaltaran su belleza. Pero todo era inútil, todas las veces que lo había intentado al día siguiente aparecía con su imagen de siempre.
        ¿A que no sabes que me ocurrió ayer?– preguntó Marcos
        A ver dime, ¿ has decidido que hoy te cortarías el bigote?— respondió Carla con sorna
        Ya sabes que lo has intentado muchas veces, pero no pienso hacerlo.  Es casi como la excusa para mantenerte enrabietada más tiempo— respondió Marcos. No, no es eso tonta, ¡Tengo novia!
  Carla se incorporó de la hamaca, sus ojos abiertos como platos miraban incrédula semejante afirmación. No era posible que hubiera conocido a nadie sin estar ella presente. No daba crédito a las palabras de Marcos, pero se contuvo y preguntó con una ligera sonrisa
     ¿De veras? , ¿cuando la has conocido? ¿la conozco?
Por dentro sentía una rabia intensa. Estaba enamorada del hombre que decía haber encontrado otra mujer.
     No te lo vas a creer, se llama Laura, viene conmigo en el metro todos los días. Hace dos meses que hablamos en el trayecto hacia el trabajo.  Hace una semana quedamos para tomar algo y ayer le dije que si quería salir conmigo, así se simple. Dijo que sí.
     ¡Vaya!, pues me alegro Marcos— dijo Carla con una sonrisa un tanto artificial
Perdona he de ir de compras, ¿nos vemos luego?
     Sí, claro. Luego te veo. Ciao Carla.

  Carla fue a su cuarto, recogió el bolso una chaqueta y las llaves del coche. Todos sus planes habían cambiado en unos minutos, pero no estaba dispuesta a que todo acabara como siempre. Esta vez, él no ganaría.
     Compró chocolate, avellanas y nueces.  Hizo una inmensa tarta de chocolate. Sabía que a Marcos el chocolate le encantaba. La excusa era perfecta, había que celebrar que tenía novia.
     Llamó a Marcos, le dijo que le esperaba para merendar, que tenía una sorpresa para él.
     Dos horas después la ambulancia estaba en casa de Carla, Marcos había sufrido una intensa reacción alérgica que le provocó la muerte por asfixia. Pensaron que la causa podría haber sido algún fruto  seco de la tarta. Sólo Carla sabía que Marcos era alérgico a las nueces, ella fue quien le hizo las pruebas en su laboratorio y aún no había emitido el informe, jamás vería la luz.
   No volvería a reincidir, los hombres dejarían de ser su objetivo.  Se centraría en las mujeres, al fin y al cabo fueron ellas  las que consiguieron alejarla de los hombres que había amado.

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